lunes, 11 de febrero de 2013

Manual del guerrero de la luz



Un guerrero de la luz a veces piensa: "Todo lo que yo no haga, no será hecho".
Pero no es exactamente así: él debe actuar, pero debe dejar también que el Universo actúe en su debido momento.

Un guerrero de la luz necesita amor.
El afecto y el cariño forman parte de su naturaleza, tanto como el comer, beber o el gusto por el Buen Combate. Cuando el guerrero no se siente feliz ante una puesta de sol, es que algo anda mal. En este momento, interrumpe el combate y va en busca de compañía, para contemplar juntos el atardecer.
Si tiene dificultades para encontrarla, se pregunta a sí mismo: "¿Tuve miedo de aproximarme a alguien? ¿Recibí afecto y no lo percibí?"

Un guerrero de la luz usa la soledad, pero no es usado por ella.

Un guerrero de la luz muchas veces se desanima.
Siente que nada consigue despertar la emoción que deseaba. Muchas tardes y noches debe permanecer manteniendo una posición conquistada sin que ningún acontecimiento nuevo le devuelva el entusiasmo.
Sus amigos comentan: "Tal vez su lucha haya terminado".
El guerrero siente dolor y confusión al escuchar estos comentarios porque sabe que aún no llegó hasta donde quería. Pero es obstinado, y no abandona lo que había decidido hacer.
Entonces, cuando menos lo espera, una nueva puerta se abre.

El guerrero de la luz conoce la importancia de la intuición.
En medio de la batalla, no tiene tiempo para pensar en los golpes del enemigo. Entonces usa su instinto y obedece a su ángel.
En tiempos de paz, descifra las señales que Dios le envía.
La gente dice: "Está loco".
O bien: "Vive en un mundo de fantasía".
O también: "¿Cómo puede confiar en algo que no tiene lógica?"
Pero el guerrero sabe que la intuición es el alfabeto de Dios, y continúa escuchando el viento y hablando con las estrellas.

El guerrero de la luz no siempre tiene fe.
Hay momentos en los que no cree absolutamente en nada. Y pregunta a su corazón: "¿Valdrá la pena tanto esfuerzo?"
Pero el corazón continúa callado. Y el guerrero debe decidir por sí mismo.
Entonces él busca un ejemplo. Y recuerda que Jesús pasó por algo semejante, para poder vivir la condición humana con toda su plenitud.
"Aparta de mí este cáliz", dijo Jesús. También él perdió el ánimo y el valor, pero no se detuvo.

El guerrero de la luz continúa sin fe.
Pero sigue adelante, y la fe terminará volviendo.
Para el guerrero, no existe amor imposible.
Él no se deja intimidar por el silencio, por la indiferencia o por el rechazo. Sabe que, tras la máscara de hielo que usan las personas, existe un corazón de fuego.
Por eso el guerrero arriesga más que los otros. Busca incesantemente el amor de alguien, aun cuando esto signifique escuchar muchas veces la palabra "no", regresar a casa derrotado, sentirse rechazado en cuerpo y alma.
Un guerrero no se deja asustar cuando busca lo que necesita. Sin amor, él no es nada.

El guerrero de la luz confía.
Porque cree en milagros, los milagros empiezan a suceder. Porque está seguro de que su pensamiento puede cambiar su vida, su vida empieza a cambiar. Porque está convencido de que encontrará el amor, este amor aparece.
De vez en cuando se decepciona. A veces, recibe golpes.
Entonces, escucha comentarios: ""¡Qué ingenuo es!"
Pero el guerrero sabe que vale la pena. Por cada derrota, tiene dos conquistas a su favor.
Todos los que confían lo saben.

El guerrero de la luz nunca olvida el viejo proverbio: el buen cabrito no chilla.
Las injusticias existen. Todos se ven envueltos en situaciones inmerecidas, generalmente cuando no se pueden defender. Muchas veces la derrota llama a la puerta del guerrero.
En esas ocasiones, él permanece en silencio. No gasta energía en palabras, porque ellas no pueden hacer nada; es mejor usar las fuerzas para resistir, tener paciencia y saber que Alguien está vigilando. Alguien que vio el sufrimiento injusto y no se conforma con ello.
Este Alguien le da lo que él necesita: tiempo. Tarde o temprano, volverá a trabajar en su favor.

Un guerrero de la luz es sabio; no comenta sus derrotas.

Un guerrero de la luz siempre tiene una segunda oportunidad en la vida.
Como todos los demás hombres y mujeres, él no nació sabiendo manejar su espada, y cometió muchas equivocaciones antes de descubrir su Leyenda Personal.
Ningún guerrero puede sentarse en torno a la hoguera y decir a los otros: “Siempre actué correctamente”. Quien afirma esto está mintiendo, y aún no aprendió a conocerse a sí mismo. El verdadero guerrero de la luz ya cometió injusticias en el pasado.
Pero en el transcurso de la jornada, percibe que las personas con quienes actuó injustamente siempre se vuelven a cruzar en su camino.
Es su oportunidad de corregir el mal que les causó. Y él siempre la utiliza, sin vacilar.
El luchador experto aguanta insultos, conoce la fuerza de su puño, la habilidad de sus golpes. Ante un ponente desprevenido, le basta mirar al fondo de los ojos para vencerlo sin necesidad de llevar la lucha a un plano físico.
A medida que el guerrero aprende con su maestro espiritual, la luz de la fe también brilla en sus ojos, y él no precisa probar nada a nadie. No importan los argumentos agresivos del adversario, diciendo que Dios es una superstición, que los milagros son trucos, que creer en ángeles es huir de la realidad.
Como buen luchador, el guerrero de la luz conoce su inmensa fuerza, pero jamás lucha con quien no merece el honor del combate.

El guerrero de la luz debe recordar siempre las cinco reglas del combate, escritas por Chuan Tzu hace tres mil años.
  1. La fe: antes de entrar en una batalla, hay que creer en el motivo de la lucha.
  2. El compañero: escoge a tus aliados y aprende a luchar acompañado, porque nadie vence una guerra solo.
  3. El tiempo: una lucha en el invierno es diferente a una lucha en el verano; un buen guerrero presta atención al momento adecuado de entrar en combate.
  4. El espacio: no se lucha en un desfiladero de la misma manera que un una llanura. Considera lo que existe a tu alrededor, y la mejor manera de moverte.
  5. La estrategia: el mejor guerrero es aquel que planifica su combate.
El guerrero de la luz, cuando aprende a manejar su espada, descubre que su equipo necesita completarse, y esto incluye una armadura.
Él sale en busca de su armadura y escucha las propuestas de varios vendedores.
  • “Usa la coraza de la soledad”, dice uno.
  • “Usa el escudo del cinismo”, responde otro.
  • “La mejor armadura es no enredarse en nada”, afirma un tercero.
El guerrero, sin embargo, no les hace caso. Con serenidad, va hasta su lugar sagrado y viste el manto indestructible de la fe.
La fe detiene todos los golpes. La fe transforma el veneno en agua cristalina.

El guerrero de la luz contempla las dos columnas que están al lado de la puerta que quiere abrir.
Una se llama Miedo, la otra se llama Deseo. El guerrero contempla la columna del Miedo y allí está escrito: “Vas a entrar en un mundo desconocido y peligroso, donde todo lo que aprendiste hasta ahora no servirá para nada”.
El guerrero mira la columna del Deseo, y allí está escrito: “Vas a salir de un mundo conocido, donde están guardadas las cosas que siempre quisiste, y por las cuales luchaste tanto”.
El guerrero sonríe, porque no existe nada que lo asuste ni nada que lo retenga. Con la seguridad de quien sabe lo que quiere, él abre la puerta.



Paulo Coelho


He sacado del baul de los recuerdos este precioso libro, os aconsejo su lectura.
Me siento identificada con el guerrero de la luz, en este momento, aunque mi naturaleza sea femenina, no por ello dejo de tener una parte masculina muy potente, jejeje....
He resaltado los párrafos que considero más interesantes; cada vez que los releo, se me vienen a la cabeza, experiencias vividas, fantasías, personas que han pasado por mi vida y ya no están....se me viene al corazón, sentimientos, deseos, emociones, risas y lágrimas, personas que comparten su vida conmigo y permanecen a mi lado....forjando mi Leyenda Personal.

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